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El madrileño Teatro Real presentó en marzo esta conjunción entre ópera y danza

C(h)oeurs, reflexión que conjunta a Verdi y Wagner con los indignados

Es un gran teatro musical en el que se medita sobre el devenir apocalíptico de nuestra era, dice Gerard Mortier

La idea es reunir todas las emociones que el ser humano pueda sentir: Marc Piollet

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Dos aspectos de la obra C(h)oeurs, creada por Gerard Mortier, Alain Platel y Marc Piollet, que se presentó durante marzo en MadridFoto Teatro Real/ Javier del Real
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 2 de abril de 2012, p. 9

Madrid. C(h)oeurs es una mezcla de las piezas para coro más estremecedoras de Richard Wagner y Giusepe Verdi con una reflexión en voz alta sobre el devenir apocalíptico de nuestra era, con la presencia cruda y desnuda del pueblo oprimido que alza la voz ya sea a través de los indignados españoles o los desesperados activistas de la llamada primavera árabe. Es –en palabras del director del Teatro Real, el agitador cultural Gerard Mortier– un gran teatro musical acompañado de una serie de coreografías creadas ex profeso por uno de los talentos más vanguardistas y sui generis de la danza contemporána, Alain Platel.

El madrileño Teatro Real estrenó el mes pasado una de las obras más heterodoxas, singulares y atrevidas desde que asumió la dirección artística el belga Mortier, en enero de 2010. Es un proyecto que nació hace cinco años, pero que se fue perfilando poco a poco, con la intención de celebrar o rememorar varias cosas: la proximidad de los bicentenarios de Verdi y de Wagner, un homenaje en toda regla al Coro del Teatro Real y así revertir, al menos por un día, que suele estar en un segundo plano. Pero ocurrieron las revueltas árabes, el mundo se colapsó por la crisis económica y el estallido del modelo neoliberal, y los impulsores del proyecto –Mortier, Platel y el director musical, Marc Piollet– decidieron incorporar a la obra el malestar social, las incipientes movilizaciones sociales contra –como diría Verdi– esa patria oprimida y opresora, que se ha converido en un sepulcro para tus hijos.

En la rueda de prensa de presentación de C(h)oeurs, una de las cuestiones que más se analizó fue la naturaleza del espectáculo, pues es una obra operística sin serlo de manera cabal, también es una pieza de danza con coreografías de vanguardia, pero en la que la música está siempre al mismo plano, si no superior. Además, no es teatro musical, pues tampoco hay un argumento lineal, sino que estamos frente a un viaje emocional en el que no hay un guión al uso, pero en el que siempre están en primer plano los eternos conflictos del ser humano.

De hecho, C(h)oeurs es un juego de palabras entre lo grupal (coro) y lo individual (corazón). Una aparente contradicción que apela por un lado a la tiranía de la economía global que tiende a pretender homogeneizar todo, incluido al ser humano, siempre visto como un eslabón más del inmenso engranaje del sistema de producción. Y, por el otro, señala por su nombre y por sus atributos de cada individuo, al que se rebela y eleva la voz, al que se reúne en las plazas de las ciudades –El Cairo, Trípoli, Damasco, Madrid o Atenas– para luchar por la dignidad y la esperanza.

En el espectáculo participan los 72 miembros del Coro del Teatro Real y 10 bailarines, que suelen trabajar con Marc Piollet. A lo largo de la obra se escuchan algunas de las piezas de coro más celebradas de la historia, como Dies Irae, de Verdi, posiblemente la pieza más violenta que existe, y concluye con el Preludio de La Traviata, el tema más íntimo, la gran melodía de amor de Violeta, que se escucha con ella ya muerta, explicó el propio Piollet. El resto de piezas que se incluyen son Wach auf!, Heil! König Heinrich! Heil!, de Wagner, o Va pensiero, sull’ali dorate, de Verdi. La idea es reunir todas las emociones que el ser humano puede sentir, ya que el punto de partida fue conseguir la emoción pura del público. Lo importante aquí es que todos podamos reaccionar de forma distinta, añadió.