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Dos maneras como danza ese navío: el piano en jazz
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de junio de 2012, p. a16

En los estantes de novedades discográficas esplende un par de grabaciones que actualiza, desde el piano, el universo en expansión de la cultura jazz.

El pianista dominicano Michel Camilo vuelve a su formato original y máximo: trío, con una variante apetecible.

En su turno, el maestro estadunidense Brad Mehldau se sienta frente a frente con su colega Kevin Hays para entablar, ambos en navíos Steinway, diálogos de fascinación y encanto: partituras preparadas por Patrick Zimmerli a partir de ideas propias y de otros autores, todos contemporáneos: los autores y los tres protagonistas de este disco, titulado precisamente Modern Music (Nonesuch Records).

El disco de Michel Camilo se titula Mano a mano (Universal Music) y la variable apetecible es que el formato clásico de trío sustituye la base rítmica, regularmente a cargo de la batería, por ¡congas!

Y no solamente congas, sino un sistema de ellas, siete en número, afinadas de manera conveniente para establecer una escala completa. El autor de tan brillante y bongocera idea es el maestro puertorriqueño Giovanni Hidalgo, quien es, como dirían los clásicos, toda una institución en las congas.

El trío lo completa el contrabajista cubano Charles Flores, camarada del maestro dominicano Michel Camilo.

¿Recuerdan a Michel Camilo? Ciudad de México, Sala Nezahualcóyotl, hace ayeres pocos: sus dedos diez colibrís (se ve, se oye y vuela mejor que colibríes) que sobrevuelan los marfiles del teclado y se multiplican por efecto de la increíble velocidad con que se mueven. La Sala entera baila, suda, gravita, grita ante espectáculo visual y auditivo tan imponente, sobre todo en cuanto suena la obra maestra de Camilo: Caribe, una delicia, tan lánguida y sensual como alegre y bullanguera, una sensación acude al público: estamos en la playa, las musas en tanga, Rachmaninov toma agüita de coco mientras Mozart y Bach hacen volar sus pelucas blancas con la brisa marina acompasada por arpegios mágicos que salen de sus manos. La siguiente escena ocurre con dos bellezas a cuatro manos en un piano mientras en el otro Camilo entona un canto que, a seis manos, nos hace partícipes del paraíso: las Hermanas Labeque inclusive grabaron un disco, Love of Colours, donde la pieza Caribe es motor principal.

Ese maestro Michel Camilo, hacedor de magia, está de regreso en trío con su disco Mano a mano: sus manos sobre el teclado, las del puertorriqueño Hidalgo sobre las congas y las del cubano Flores sobre las caderas morenas de su contrabajo.

Once piezas conforman este disco con una variedad rítmica y genérica formidable: bachata dominicana, bomba puertorriqueña, montuno cubano, merengue, rumba, sabrosura. La velocidad, emblema de Camilo, cede a la sapiencia: Michel Camilo no toca ahora lento, simplemente ha añadido a la velocidad la elegancia alada de Mercurio: alas en los tobillos, laureles en las sienes.

El disco Modern Music, entre tanto, nació cuando Brad Mehldau y Kevin Hays se sentaron a escuchar Metamorphosen, esa obra maestra del compositor alemán Richard Strauss, tan vilipendiado como desconocido.

Lo que siguió al asombro, la iridiscencia que iluminó sus mentes durante la escucha de esa obra portentosa, fue escribir un arreglo para dos pianos y para el efecto se sumó al proyecto el compositor Patrick Zimmerli.

Eso creció: los tres añadieron arreglos a partituras de Arvo Pärt: Tabula Rasa y de Henryk Gorecki, la Tercera Sinfonía, además de otra obra monumental: Música para 18 músicos, de Steve Reich.

Por desgracia no siguieron con Pärt y Gorecki en el proyecto, lo que nos deja en ascuas y en espera de una próxima grabación. Sólo conservaron la partitura de Reich (lo mejor del disco entero) y añadieron composiciones de Brad Mehldau, Felipe Vidrio (Philip Glass: su Quinto Cuarteto para Cuerdas) y del propio Zimmerli, además de una exquisita transcripción de Lonely Woman, de Ornette Coleman.

Los dos pianos Steinway, frente a frente, suenan a buques trasatlánticos entonando unísonos, diálogos profundos. Una delicia de la inteligencia y los sentidos, que en eso consiste la médula del arte del jazz: la conjunción exacta de cerebro y corazón, neuronas y entrañas, ideas y su consecución sonora: la vida en libertad.

He aquí entonces una actualidad de la cultura jazz en maneras varias de concebir, utilizar y hacer crecer, el suave y sinuoso avanzar de ese navío oscuro y brillante que es el piano.

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