Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de agosto de 2012 Num: 912

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos poetas

Actualidad poética centroamericana:
el legado de Darío

Xabier F. Coronado

Escribir todas las tardes
Marcela Salas Cassani entrevista con Rodolfo Naró

Antonioni: la dialéctica
de los sentimientos

Andrés Vela

Manuel Gamio y la antropología del siglo XXI
Eduardo Matos Moctezuma

Manuel Gamio: el amor
de un mexicano

Ángeles González Gamio

Permanencia de Paul Klee
Antoni Tàpies

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Ernesto Neto: tensiones y sensaciones

Desde abril pasado se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso la exposición La lengua de Ernesto, del creador brasileño Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), uno de los artistas latinoamericanos más destacados y cotizados internacionalmente. Una muestra fascinante que concluirá el 9 de septiembre, para quien no se la quiera perder. Más de cien obras representativas de sus veinticinco años de quehacer artístico (1986-2011) dan cuenta del desarrollo de una de las creaciones más intrigantes, divertidas y originales del arte de nuestro tiempo. Sus esculturas, objetos, instalaciones y ambientaciones han sido expuestas en los museos más prestigiados del mundo, y no pueden faltar en las colecciones privadas y públicas más importantes. ¿Qué tiene la creación de Neto que resulta tan seductora? Ante todo, es un arte que llama la atención en primera instancia por el poder de atracción que ejercen sus enigmáticas formas orgánicas, en muchos casos de dimensiones colosales. El espectador se enfrenta con piezas de difícil clasificación que a primera vista parecen de una gran simpleza, pero basta con observarlas de cerca para descubrir la complejidad de su realización. Son piezas que combinan los más sofisticados procesos de elaboración de la artesanía manual (cosidas o bordadas a mano por expertas costureras) y un intrincado sistema constructivo para lograr sus extravagantes montajes.

Sus esculturas de formas orgánicas están hechas con telas elásticas, velos, medias de nailon, tules y lycras, que van rellenas de los más disparatados materiales, como esferas de poliestireno o de unicel, perdigones de plomo, arroz, grava, arena, y una pléyade de especias (lavanda, clavo, cúrcuma, jengibre, orégano, pimienta, manzanilla, etcétera), que dan como resultado unas piezas mórbidas de suave textura que irremediablemente invitan al tacto y estimulan el olfato con sus exóticos aromas. Algunas se pueden acariciar, tocar, atravesar, inclusive penetrar, dado que la interacción del espectador con las obras es uno de los principales objetivos del autor, quien busca crear una atmósfera integral y multisensorial en el entorno de cada espacio de exhibición. Mucho se habla de su gran sentido del humor y espíritu lúdico, virtudes que se ven reflejadas en su trabajo pletórico de guiños y sorpresas que el visitante acucioso irá descubriendo en el recorrido por las diez salas que integran la muestra. Varias de las piezas fueron creadas ex profeso para determinados espacios, una práctica común en su quehacer que lo ha llevado a diseñar inmensas y complejísimas construcciones para sitios específicos, como fue el caso de Leviathan Thot (2006), su impactante instalación de unos 20m de altura que tuve la oportunidad de ver suspendida del domo del Panteón en París.


Instalación

Hijo de un ingeniero constructor, Ernesto Neto manifiesta su pasión por la arquitectura y los sistemas constructivos arriesgados, como es el caso de su arquitecto predilecto, José Zanine Caldas, cuyas casas enclavadas en acantilados sobre el océano son una verdadera osadía. Partiendo de la experimentación de conceptos como el equilibrio, la tensión, la elasticidad y el peso, Neto construye sus piezas jugando con la materia y el espacio hasta conseguir unos montajes asombrosos que parecen desafiar las leyes de gravedad. Esta preocupación ha sido una constante desde sus inicios a finales de los ochenta, cuando experimentaba con barras de metal y cuerdas sostenidas entre sí para lograr un balance perfecto.

Como creación paralela y complemento de sus estrambóticas esculturas e instalaciones, se presentan sus dibujos y fotografías. De estas últimas, llama la atención la serie M. E. D. I. T. (Metamorfosis espiritual del inconsciente topológico) en la que vemos el rostro de Neto captado en close up en siete piezas en las que el autor muestra el proceso de envolver su cabeza fuertemente con un hilo hasta cubrirse el rostro, el cual, al ser posteriormente descubierto, revela las marcas dejadas por la presión en la piel. La pieza es visualmente intrigante, pero lo interesante es que funciona como un intento de creación escultórica efímera que pone en relieve su interés de conexión íntima y personal entre cuerpo y escultura. El cuerpo humano y su vinculación con la obra de arte es el leitmotiv del trabajo de Ernesto Neto, una obra preñada de sensualidad, salpicada de erotismo y permeada de sentido del humor lúdico, ingredientes que funcionan como imán para atraer al gran público que se encanta con su original trabajo.