Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 11 de agosto de 2013 Num: 962

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

De sueños, puertas
y bolas de cristal

Adriana Cortés Koloffon entrevista
con Cristina Fernández Cubas

Jaime Gil de Biedma: homosexualidad,
disidencia y poesía

Gerardo Bustamante Bermúdez

Manuel González
Serrano: misterio,
carnalidad y espíritu

Ingrid Suckaer

Un sueño de Strindberg
Estela Ruiz Milán

Un Ibsen desconocido
Víctor Grovas Hajj

Casandra, de Christa
Wolf, 30 años después

Esther Andradi

El río sin orillas: la fundación imaginaria
Cuauhtémoc Arista

Leer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 


Foto: Carme Esteve (bajo licencia Creative Commons)

Le fascinan los espejos, le gusta inquietarse cuando escribe e inquietar al lector y se siente como pez en el agua en los zapatos de Fernanda Kubbs, pseudónimo con el que escribió La puerta entreabierta (Tusquets). Cristina Fernández Cubas (Barcelona, 1945), una de las autoras de cuento en lengua española más reconocida, recibió numerosos premios por Todos los cuentos, antología que reúne sus relatos. También ha escrito novelas y el libro de memorias
Cosas que ya no existen.

De sueños, puertas y bolas de cristal

entrevista con
Cristina Fernández Cubas

Adriana Cortés Koloffon

–¿Sus sueños son materia prima para escribir cuentos?

–Más de una vez he soñado con algo que luego he convertido en cuento. “La mujer de verde”, por ejemplo, parte de un sueño. O mejor, de una imagen entrevista en sueños. Una mujer, en pleno invierno, vestida con un traje liviano de seda verde, ajena al frío, ajena a la gente y al bullicio de una calle comercial, mirándome fijamente y… ¡señalándome con el brazo extendido! También “El ángulo del horror” procede de un sueño en el que regresaba a mi casa de infancia y la encontraba inhóspita, distorsionada, amenazante. Antes de despertarme, el mismo sueño se compadeció de mi desazón y me brindó un título. “Es tu casa…”, oí. “Pero la estás contemplando desde el ángulo del horror.” Aquella noche, la verdad, fue muy fructífera.

–¿Cómo se percibe en sus narraciones la voz de su niñera: Antonia García Pagés?

–El recuerdo de Antonia (a quien llamábamos Totó) era tan poderoso que, en mi segundo libro, decidí recuperarla para un cuento. Y la convertí en la Olvido de “El reloj de Bagdad”. Una anciana sirvienta en un mundo de viejos y niños, siempre con su mochila de historias a cuestas, reinando en una cocina de leña con olor a bollos y guisos antiguos. Tal vez debería haberlo titulado “En recuerdo de Olvido”. Años después la rescaté de la ficción y le devolví su verdadero nombre y sus apellidos. Antonia no era un personaje, sino un ser humano a quien yo debía algunos de los momentos más importantes de mi infancia. Y así Olvido volvió a ser Antonia (la Totó) García Pagés en Cosas que ya no existen, mi libro de memorias. A ella y a su inagotable arsenal de historias les dediqué el segundo capítulo: “La muerte cautiva.” Era lo menos que podía hacer.

–¿Su escritura se ubica en ese espacio fronterizo análogo a un estado de duermevela?

–Puede ser. En todo caso sí es una frontera en la que sabemos lo que dejamos atrás e intuimos algo de lo que podemos encontrar si seguimos avanzando, porque, a veces, desde lo desconocido nos llegan anuncios, pequeños trailers, ráfagas…Una puerta entreabierta, si se me permite, que ahora, en mi último libro [La puerta entreabierta], Fernanda Kubbs, mi hermana de tinta, ha decidido abrir de par en par.

–¿Qué le ha aportado la literatura fantástica anglosajona? A Agatha Christie le rinde un homenaje en “Con Agatha en Estambul”.

–Poe y “La Casa Usher” (después de las historias de la Totó) están en el inicio de mi fascinación por lo extraordinario. Fue para mí el primero de la lista del mundo anglosajón al que con el tiempo seguirían James, Stocker, Mary Shelley y un largo etcétera. Con Agatha Christie y sus novelas policíacas me pasó algo completamente distinto. De adolescente me encantaban sus intrigas, la leía siempre en clase, a las horas de estudio, escondida tras una montaña de libros para que no me descubrieran. Incluso por aquel entonces escribí una novelita de crímenes en el cuaderno escolar que, más que orgullosa, firmé como “La gata Cristi ”… De mayor leí su biografía y un libro de recuerdos que me entusiasmó: Ven y dime cómo vives. Y un día, al fin, le rendí ese pequeño homenaje.

–En Todos los cuentos hay un epígrafe de Blaise Pascal: “La suprema adquisición de la razón consiste en reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan.” ¿La literatura nos ayuda a descubrir esos cajones ocultos en los sueños? ¿O su función es la de entretener?

–La frase de Pascal me ha parecido siempre tremendamente reveladora y una llamada de atención para los que creen sólo en lo que ven y desprecian con arrogancia todo lo que desconocen. En cuanto a las posibles funciones de la literatura, creo que pueden estar las que usted apunta…Y muchísimas más. Pero no vamos a ponerle rejas o aprisionarla en una enumeración de cometidos porque, para empezar, ella misma se las arreglaría para escabullirse. La literatura, entre otras muchas cosas, es libertad.

–¿Qué tratamiento le da al tema del “doble” en su narrativa?

–Hay tantos dobles como escritores fascinados por la existencia del doble. Y todos tienen sus peculiaridades. Sobre “el mío” o “los míos” podría decir que sus rasgos no son siempre los mismos. Se trata de un concepto en evolución. Y, como tantas otras cosas, seguramente tiene su origen en la infancia, en la fascinación por los espejos y el deseo de burlarlos, pillarlos en falta o poner a prueba su supuesta obediencia.

–¿Cómo se siente en los zapatos de su doble: Fernanda Kubbs, autora de La puerta entreabierta, y qué descubrió acerca de las bolas de cristal tras la escritura de esta novela?

–Los zapatos de mi doble me han permitido empujar esa puerta entreabierta e irrumpir abiertamente en “el otro lado”. He cambiado de registro, me lo he pasado en grande y mi intención ha sido iniciar con Fernanda Kubbs una línea paralela . En cuanto a las bolas de cristal –que siempre me han fascinado como objetos– sí he terminado por descubrir algo. Más de una vez en mis libros las había mencionado, como figura, como burbuja en la que, metafóricamente, se ofrecían retazos de futuro. Ahora creo que en una de ellas, la que aparece en el epílogo de Cosas que ya no existen, estaba ya la semilla de La puerta entreabierta. Aunque los dos libros no tengan nada que ver. O precisamente por ello. Siempre he tenido la sensación de que entre las obras de un mismo autor existe un diálogo mudo, cierto intercambio y alguno que otro trasvase.