Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de noviembre de 2006 Num: 611


Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Cuento vivo de Andalucía
DANTE MEDINA
Parábola del bolso
CARLOS EDMUNDO DE ORY
El ordenador
FELIPE BENÍTEZ REYES
Dilemas urbanos
CRISTINA GARCÍA MORALES
Condición anfibia
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ VERA
Unas cositas verdes que saltan y hacen croa, croa, croa
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA ARGÜEZ
Poesía viva de Andalucía
Las Musarañas
JUAN BONILLA
Coleccionismo
MARCOS GUALDA
Lo que el viento a Juárez
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Teatro
NOÉ MORALES MUÑOZ

Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES


Directorio
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ANGELICA ABELLEYRA

MARTHA SÁNCHEZ: VOZ INDÍGENA ACOMPAÑADA

Sabe que uno de sus rasgos es la terquedad, incluso antes de nacer. Y gracias a la tozudez, a Martha Sánchez Néstor (Guerrero, 1974) le ha sido posible ser escuchada y escuchar, lanzarse con un temple de dignidad y respeto a un activismo social a favor de las indígenas mexicanas y revertir así un futuro que quizás le deparaba el servicio doméstico, o el maltrato emocional, o la discriminación impune.

Fue hasta hace poco tiempo que esta indígena amuzga de Xochistlahuaca fue consciente de su crecimiento en un ambiente de violencia. Su padre golpeaba a su madre y, a pesar de ello, dice que nunca agachó la cabeza y pensó que no hay vida que no pueda cambiarse. Así, aquella humillación ajena pero tan suya, le forjó un carácter decidido a no permitir para ella ni para su congéneres el desprecio, la burla y el sometimiento hacia (e incluso dentro de) las comunidades indígenas en el país.

Tuvo oportunidades de irse a Chicago, de quedarse a limpiar baños y cuidar niños. Nada de eso forjó su camino, sino un empleo temporal en una caseta telefónica en su pueblo, el apoyo en la elaboración del censo agropecuario del inegi y un viaje a Iguala para estudiar mecanografía y formarse como secretaria. Como la discriminación no se hizo esperar, se trasladó a Chilpancingo para laborar en un sitio de taxis y luego ser secretaria en el Consejo Estatal Electoral de la capital guerrerense, donde vio la realidad política de su entorno, la dinámica de los partidos y la problemática indígena en especial.

Como sabía manejar la computadora, ingresó al Consejo Guerrerense (cg), le hicieron ponerse zapatillas y maquillaje, pero cuando los cambió por el huipil —aunque los demás no la reconocían— ella se sentía muy a gusto al escuchar a ciertas feministas, asimilar documentos y acudir a la Selva Lacandona de "colada". Allá en Chiapas, en el marco de la Convención Nacional Democrática, aprendió a ver "los rostros sin voz" de las chiapanecas, pero una espinita le molestaba al sentirse alejada de las necesidades de sus compañeras.

Tres años después ya era parte de la comisión de mujeres de aquel cg, y después integró la Coordinación Nacional de Mujeres Indígenas para aprender sobre derechos indígenas y asuntos de salud y derechos de las mujeres, en una carrera no desprovista de fricciones internas por el machismo en varios organismos.

Por dos años y medio dirigió la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía (anipa) y desde hace tres forma parte de la Coordinación Guerrerense de Mujeres Indígenas. En 2005 coordinó el libro La doble mirada. Voces e historia de mujeres indígenas latinoamericanas (Instituto Simone de Beauvoir) donde se reúnen textos de sus colegas de todo el continente sobre el paternalismo de los gobiernos latinoamericanos hacia el indigenismo; los desafíos de equidad, justicia y dignidad para las comunidades mayas, incas, otomíes… así como la exigencia de no más violencia institucional, cultural, económica y política hacia ese sector que ha roto la regla de que la mujer indígena sólo mira y calla.

Viaja entre Panamá y Nicaragua para ofrecer cursos y pláticas de salud materna, violencia intrafamiliar, autoestima. Sobre todo, con la anipa Guerrero forma cuadros de promotoras jóvenes sobre derechos sexuales y reproductivos. Sobre ello, le anima la visión abierta de las nuevas generaciones en todos los ámbitos. Dice que cada vez más se discute a nivel comunitario el sistema de educación bilingüe, se trabaja con organizaciones de médicas tradicionales —parteras— y se adhieren mujeres en las comisarías municipales y en la impartición de justicia.

El camino —sabe— es largo. Y uno de los senderos será continuar trabajando al interior de las comunidades. Y, frente al resto de la sociedad, reforzar la educación desde los primeros grados escolares para crear entre indígenas y no indígenas una cultura de respeto hacia la pluriculturalidad que la Constitución Mexicana reconoce y la vida cotidiana niega.

Así, hoy Martha no se visualiza más como "una voz en el desierto". Con su convicción de ser militante (sin partido) en los derechos de la mujer indígena, tiene colegas amuzgas con ánimo para denunciar y proponer nuevas formas de convivencia igualitaria. Eso sí, lo que a veces no sabe es cómo explicarle a su abuela que tomará un avión para volar por seis horas y llegar a otro país, y tampoco cómo un pasaporte sirve para cruzar cualquier frontera, al menos geográfica. Porque los otros linderos, los culturales, los de pensamiento y acción son a veces impenetrables.