Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de mayo de 2007 Num: 636

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La mordedura de Dios
RICARDO VENEGAS

Encuentro con Yi Munyol
LEANDRO ARELLANO

Cuando París tuvo su
diosa de ébano

ALEJANDRO MICHELENA

A cincuenta años de la publicación de Balún Canán
GERARDO BUSTAMANTE BERMÚDEZ

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR


Directorio
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ENSAYO SOBRE SU NIÑEZ

JORGE ALBERTO GUDIÑO HERNÁNDEZ


Cartón de Juan Puga

BIOGRAFÍA


José Saramago,
Las pequeñas memorias,
Alfaguara,
México, 2007.

Las razones que llevan a alguien a escribir su autobiografía pueden ser muy variadas. Van desde una megalomanía poco consecuente, hasta la utilización del método como exorcismo contra sus fantasmas. Es probable que surjan siendo una extensión del consabido recurso que implica llevar un diario, aunque no es común que, quienes practican dicho ejercicio, gusten de llevarlo a la luz pública. En ocasiones, las menos por supuesto, la autobiografía se cultiva como un género híbrido, que va de la memoria al presente, en la conciencia plena de que se tiene algo que decir, algo que aguarda la lectura impaciente de los lectores. No es necesario ser una celebridad o, mejor, no es preciso sólo ser eso. Es menester, por el contrario, ser alguien digno de ser presentado por sí mismo, con todas las subjetividades que ello implica.

En Las pequeñas memorias, José Saramago (Azinhaga, 1922) se da a la tarea de relatar los años de su infancia, del principio de su adolescencia, de un período que no queda del todo establecido porque tampoco es necesario. Es su propio viaje a la semilla, partiendo del presente. No es lo mismo un recuerdo que una analepsis. Mientras el primero parte de la idea de la distorsión, la segunda pretende llevar a cabo un salto temporal. Es la elección del recuerdo, de la memoria, lo que le confiere un tono único a esta autobiografía. Sucede que es un Premio Nobel el que está dejando constancia de lo que fueron sus primeros años. Pero lo hace desde la óptica del hombre viejo, del que ha ido acumulando las imágenes de manera arbitraria, según estén ligadas con la intensidad de las anécdotas.

José Saramago siempre ha sido un escritor que, dentro de lo novelístico, se ha dado el lujo de participar con una voz externa para llevar a cabo reflexiones sobre sus personajes. Siendo él protagonista de su historia, no podía dejar de hacerlo. Su yo narrador cobija a su yo narrado con la indulgencia que sólo pueden dar los años. Así será como el lector participe de una serie de episodios que, lo menos, terminarán por conmoverlo. Sobre todo, porque la vida se entretiene dando vueltas, ofreciendo imágenes que no siempre obedecen a una lógica. A la larga, uno nunca sabe qué es lo que prevalecerá con el discurrir prolongado.

No sé bien qué es lo que lleva a alguien a escribir una autobiografía, a compartirla con un público lector. Tampoco me queda claro qué es lo que lleva a ese público a desear leerla. Sin embargo, sean cuales fueran las razones, hacerlo implica un riesgo y un compromiso. El de toparse con lo inesperado y el de saberlo manejar. No siempre es fácil dejarse conmover por un personaje; menos cuando es persona. Hasta antes de leer Las pequeñas memorias, no podía sino imaginar al José Saramago de las fotografías, jovial pero cargado de años; ahora, no puedo sino actualizar su imagen, rescatando cada uno de los episodios que regala en sus memorias para configurarlo como un ser mucho más completo y entrañable.


EL VERDADERO SIGNIFICADO DE SOBREVIVIR

SUSANA CORCUERA

NOVELA


Arnoldo Kraus,
¿Quién hablará por ti?,
Editorial Taurus,
México, 2005.

¿Existe un gen de la maldad? La pregunta que se hace Arnoldo Kraus en su recorrido por el holocausto en Polonia nos lleva a reflexionar sobre la energía utilizada en humillar, conquistar y matar a seres de nuestra misma especie. La capacidad de odio del humano parece ilimitada.

En ¿Quién hablará por ti?, el autor entrevista a su madre para recuperar las voces de hombres y mujeres cuyo pecado fue ser judíos en un mundo enloquecido por la intolerancia. A lo largo de las páginas, descubrimos a una adolescente que vivió veinte meses encerrada con su familia en un cuarto del tamaño de una celda, la misma joven que unos años después se casó con un hombre devastado por más muertes de las que se pueden soportar. Helen contesta las preguntas como una madre cercana: se impacienta, le pide a Arnoldo que se detenga, que deje de agobiarla con su ansia de entender. Es fácil imaginar el dolor de los recuerdos. Sin embargo, el álbum de fotos –parte fundamental de la obra– muestra a una mujer reconciliada con el mundo. Habla del miedo, de la incertidumbre, de la pesadilla en que puede convertirse el tedio, de una adolescencia desperdiciada en un escondite, y nunca hay resentimiento en sus palabras, ni odio en su mirada.

Las reflexiones de Arnoldo Kraus también carecen del rencor que le hubiera impedido escribir una obra tan profunda, pero denotan la rabia de un ser humano mentalmente sano frente a la crueldad. Sobre todo cuando ese ser es hijo de quienes fueron víctimas de la barbarie disfrazada de ideología. Por eso insiste en hacer hablar a Helen, en que exponga sus sentimientos. La presiona porque necesita ajustar cuentas con el pasado, porque le duele la mirada ausente de su padre. Ella desconoce los motivos que llevaron a un pueblo a querer aniquilar a otro, pero sabe que, así como el hombre es capaz de cometer los peores crímenes, también tiene el potencial de rearmar su universo interno y formar una familia, con todo lo que esto implica.

Arnoldo Kraus sabe de heridas, su profesión de médico lo mantiene cerca de la muerte. "El círculo de la vida debería cerrarse en una tumba y con unas letras, en un panteón y con unas piedras, en una fecha exacta y con un final preciso", nos dice. ¿Quién hablará por los muertos que no tuvieron la oportunidad de despedirse? ¿Quién recuperará la herencia de sus pensamientos, de su forma de ser? ¿Quién cerrará los ciclos? Su libro es una manera de capturar la esencia de los que se fueron antes de tiempo, un recordatorio, una última carta a los muertos del Holocausto, un homenaje a quienes no se conformaron con sobrevivir: la sonrisa de Helen es una manifestación de lo que significa ganarle la batalla al odio y retomar la vida.


MUJER DE DOS CORAZONES

GABRIELA VALENZUELA NAVARRETE

NOVELA


Laura Restrepo,
La novia oscura,
Alfaguara,
México, 2007.

Dolor jovial de perder
las cosas idolatradas.
Dolor que cuesta la vida a veces,
y a veces no cuesta nada
Renato Leduc

Cuando Laura Restrepo ganó el Premio Alfaguara de Novela en 2004, con Delirio, un lector que no la conociera antes seguramente habría imaginado que siempre encontraría en sus obras el mismo escenario: la Colombia que hace algunos años parecía ahogarse en sus problemas con las guerrillas y las drogas, la que aparece en esa novela premiada. Sin embargo, ya Dulce compañía desmentiría este supuesto, aunque la historia del ángel se situaba en un escenario semejante: las ciudades perdidas que han ido apareciendo no sólo en Colombia, sino en prácticamente todas las capitales de los países en desarrollo.

"Dicen que amor pagado es amor en pecado, pero yo digo que no es más que ley de la economía porque a nadie le cae el pan del cielo..." explica Todos los Santos cuando empieza a contar la historia de su ahijada Sayonara, una joven y bella prostituta que aparece para cambiar la vida de todo el universo que escribe Laura Restrepo en La novia oscura. Esta no es simplemente una historia más de una mujer cualquiera, ni mucho menos de una prostituta cualquiera: es la vida de un barrio y de un pueblo, de una época y de una generación que parece ya no estar aquí; es un modo de vivir física, moral e incluso religiosamente, aunque la de Sayonara sea una vida de pecado.

La Catunga es más que sólo un barrio de prostitutas, como Sayonara no es la única protagonista –más bien es la gran ausente, pues todos hablan de ella, pero ella no habla de sí misma–, pero es el hilo que conduce los destinos de todos los demás personajes, desde Todos los Santos (la prostituta retirada por la edad) hasta Sacramento (el eterno enamorado) y la voz de la supuesta periodista que va en busca de una buena historia. Este es un recurso común en otras novelas de Restrepo, como Dulce compañía, por lo que en ocasiones se habla de sus libros como "novelas periodísticas" con detalles tan realistas que es difícil creer que sean inventados. Sin embargo, ¿no es deber del buen narrador crear mundos tan realistas que uno pensaría poder encontrarlos a la vuelta de la esquina?

Amor, lujuria y erotismo, pero también cruda realidad de mujeres que se han quedado solas en la vida con hijos que sacar adelante. Mujeres para quienes lo malo era morirse, no mantenerse con vida haciendo lo que hubiera que hacerse. Así parecería resumirse la vida de las fervientes devotas de Santa Catarina (La Catunga era el nombre "cariñoso" dado por las mujeres a su barrio), pero como ya decíamos, Sayonara, o la Niña, no es igual a todas: es una bola de pelos rebelde y flacucha, pero decidida a ser una buena prostituta, que termina convirtiéndose en el amor de todos los empleados de la compañía petrolera que salen de la selva una vez al mes; de un Renato Leduc que va a dar a la ciudad de Tora y le escribe versos desesperados, y de dos amigos en particular; en fin, se convierte en una leyenda viviente que acaba por consumirse en sí misma.

Si a estas alturas algún lector cree recordar algo de García Márquez, no está tan equivocado. Ciertamente hay algo de la compañía bananera de Macondo en la Tropic Oil Company y la exuberancia de la selva es la misma mágica presencia sobrecogedora que aísla a los habitantes de estos mundos colombianos. Y claro, también están las putas tristes de feliz memoria, a las que sin duda podría unirse esa niña de "ojos que han visto demasiado", bella y terrible como la Sulamita del Cantar de los Cantares. Pero finalmente, ningún fallo es ser influenciado por otros escritores; la intertextualidad es aquí una especie de romance también, con los paisajes y los personajes, un sentimiento que, como la pasión que siente Sayonara por el Payanés, late en el pecho y en ese otro corazón que tienen las mujeres excepcionales.


Los clásicos en el Renacimiento.
La labor educativa de Juan Luis Vives,

Leticia López,
UNAM/Conacyt,
México, 2006.

La obra y el pensamiento de Vives, "uno de los principales promotores de la relectura de los antiguos" son analizados en este volumen, que forma parte de la colección Filología, Humanismo y Tradición Clásica.


Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología,
Gina Zabludovsky,
Fondo de Cultura Económica,
col. Breviaros,
México, 2007.

La biografía intelectual, las constantes y las influencias en el pensamiento de Elias, abren este muy completo ensayo sobre la vigencia y la importancia de uno de los sociólogos más notables.


Granta en español,
núm. 7,
"Sobre la marcha",
Alfaguara,
España, 2007.

Versión en castellano correspondiente al número de invierno de 2007 de la conocida revista londinense dirigida por Ian Jack, que incluye textos, entre otros autores, de Susan Sontag, Héctor Abad Faciolince, Paul Theroux, Martin Amis, Manuel Rivas y Michel Faber.