jornada


letraese

Número 185
Jueves 1 de Diciembre
de 2011



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate



editorial

Joaquín Hurtado

Dolor

El dolor no se deja nombrar y dice. El dolor es palabra desfondada, conjuro de silencios, aleación de aullidos y puertas cerradas. Opulencia desplegada en la hora del sigilo. Destello del nervio bajo el embate de la ausencia.
El dolor es la espuma del aguijón avaricioso. Flor despellejada a golpe de suspiros. Carne sin patria. Ascua en el ojo. Muesca en la garganta canalla. El dolor se huele, se palpa, es intragable como el miedo.
El dolor es instante que recoge astillas de eternidad, se dosifica en el ritual donde el cuerpo se desahucia. Teoría de la osamenta agostada en la rapiña.
Todo dolor es apenas una migaja de El Dolor. Todo dolor el último pero siempre el primero. Trabazón del entendimiento en el umbral del delirio.
El dolor se da, adviene, pasa quedándose para regresar con más codicia. El dolor capital es un pequeño adelanto de la cifra inaudita que habita en sus dominios.
Murmullo feroz del ventisquero eterno. Perro que se muerde la cola cuando la luna duele en la barriga.
Duele el amor. La belleza, la fealdad y hasta la felicidad duelen. El dolor no discrimina. Lo que más duele es el extraño mensaje del dios indolente.
El dolor alumbra los abismos, inaugura manantiales y tatúa la esperanza en las comarcas del insomnio. En la piel del dolor está escrito el sinsentido de mi nombre.
Fuera del tiempo, el dolor irrumpe en el espacio cancelando sus promesas. El horizonte se clausura y brota el aquí. Yo soy el ahí del dolor que vuelve siempre de un allá donde los muertos son incapaces de padecer.
El dolor es andanza que, inmóvil, fatiga las horas del moribundo. Es un sitio sin domicilio, color sin arcoíris, nube sin celeste plataforma, fuego con hambre de fulgor, humo que se prende del vacío.
El dolor dicta, legitima, expande su imperio y se retira. Ningún dolor se pierde, sólo se agazapa en el continente de la sangre.
Somos nosotros quienes necesitamos del dolor, él no nos precisa. El dolor es anfitrión humilde; nos acoge en su seno, nos sienta con honores en su mesa y nos agasaja con banquetes de lamentos. Es cuenco de soledad sin llenadera.
Dolor invicto, dolor sin tregua. Ahora regresa el amo despiadado.


S U B I R