Opinión
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Infancia y sociedad

Lecciones ocultas

E

nseñar a obedecer, a seguir instrucciones y a respetar irreflexivamente la autoridad son algunas de las principales lecciones implícitas en la escuela primaria capitalista. Al conjunto de enseñanzas que no aparecen en el programa formal se le llama, en el campo de la investigación educativa antropológica, el currículum oculto.

Una de las primeras investigaciones que se realizaron en México sobre este tema fue acerca del proceso de Socialización para el trabajo, que subyace en las enseñanzas explícitas de la escuela primaria. Su autora, Ruth Paradise, del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, encontró al menos tres tipos de lecciones implícitas referentes a: las relaciones de autoridad, los hábitos de trabajo y la relación con el conocimiento.

En conjunto, estas lecciones constituyen una analogía del comportamiento social necesario para desempeñarse como asalariado, en los ámbitos de la producción capitalista.

Debemos señalar, sin embargo, que hablar de lecciones o enseñanzas no equivale a decir aprendizajes, ya que enseñar y aprender son procesos diferentes que aunque ocurren en los mismos escenarios, no se corresponden 100 por ciento. Además, si bien las lecciones implícitas están determinadas por las prácticas institucionales, tanto maestros como alumnos crean espontáneamente contra controles que sirven de filtro al rigor institucional.

Pero es un hecho que al pasar de la educación prescolar a la primaria se registra en los niños una paulatina pérdida de vigor intelectual y de espontaneidad. Así se va estandarizando su comportamiento intelectual y social, y se van perdiendo la vitalidad y la creatividad, que expresan la genialidad que hay en todo niño, antes de ser domesticado o amansado por la escuela.

En Ideología y pedagogía en el jardín de niños (publicación agotada), de editorial Océano, doy cuenta de la investigación que yo misma realicé en jardines de niños de la Secretaría de Educación Pública, en busca de un posible currículum oculto en ese nivel. Lo encontré en prácticas como, por ejemplo, el esfuerzo inocente por transformar poco a poco el juego natural de los niños en juego reglamentado, que también se le va definiendo de a poco como trabajo. “Recuerden –dicen frecuentemente las maestras a los niños–: no estamos jugando, estamos trabajando, ¿verdad?”

Lo que hoy quiero destacar es que en vez de entender y aprovechar el juego como método natural de aprendizaje infantil, la escuela oficial capitalista lo destierra o lo torna utilitario tempranamente, porque los niños que juegan mucho aprenden a pensar, a investigar, y se hacen propensos a la verdad, a la belleza, a la justicia y a la libertad.