Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 14 de junio de 2009 Num: 745

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Las otras mujeres
ANDREA BLANQUÉ

Chipre '74
LINA KÁSDAGLY

Las andanzas del marxismo tropical
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Che Guevara: una política de la transfiguración
GUSTAVO OGARRIO

Adiós al papel… periódico
ROBERTO GARZA ITURBIDE

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Verónica Murguía

El invento inútil

Hace unos meses leí en el Vanity Fair un artículo acerca de los inventos más recientes que los genios estadunidenses han producido con la intención de ahorrarles tiempo y esfuerzo a sus compatriotas. Eran, casi todos, ridículos: un tenedor para el espagueti que daba vueltas solito, pañales con alarma, para que la mamá no tenga que abrirlos si el niño no ha orinado, etcétera. El autor concluía que, de seguir así, los estadunidenses van a terminar obesos y sin saber cómo se usa el papel de baño, pues poco falta para la invención del brazo mecánico que sustituya el esfuerzo humano en esos menesteres. Los japoneses no les van a la zaga, aunque sus inventos producen cierta melancolía: las mascotas mecánicas –como el Tamagotchi–, que no dejan el sofá cubierto de pelo, las grabaciones que sustituyen a los pájaros, las albercas que parecen lagos o mares, los calzones con nalgas artificiales y las pelucas de vello púbico, que espero jamás ver en mi vida. Por cierto, Takao Okajima y Susumu Fujinami, dos inventores japoneses en busca de fortuna, han patentado con el número US2207/0041923, un artefacto para limpiar la borra del ombligo, que ofrece menos riesgo que el cotonete o el dedo.

A esa lectura, casualmente siguió otra en el mismo tenor: los inventos tontos en la industria de la moda y los cosméticos: pantimedias que, al usarse, untaban en la piel de la usuaria una crema humectante –prendas que, imagino, terminaban batidas de mugre al final del día–, un cepillo de rímel que daba miles de vueltas por segundo y que si se metía en el ojo te dejaba tuerta; tiras adhesivas para meter debajo del pelo de las sienes y hacer un efecto lifting; máquinas para ejercitar los cachetes y la papada; una especie de mini aspiradora para quitar los puntos negros en la piel; un dispositivo cuya punta se calienta y dispara rayos infrarrojos contra los barros; pelo artificial en spray ; las fajas dizque invisibles, los postizos de gel para el brassiere . Muchos, como las pantimedias de marras, han sido retirados del mercado por ineficaces. El cepillo de rímel arrancaba las pestañas; las tiras adhesivas dejaban mirada de Gengis Khan; la máquina para ejercitar los músculos de la cara daba dolor de cabeza y yo, dispuesta a usar lo que sea en mi lucha contra los barros, puedo jurar que los rayos infrarrojos son inútiles, al menos respecto del acné. El aparatito me costó una fortuna y me dejó unas rueditas coloradas sobre cada barro. Lo mismo hubiera logrado yo sola con un frasco de Merthiolate y un pincel, y tal vez hasta hubiera funcionado.

En otro lugar leí sobre un discreto, casi imperceptible, recipiente destinado a recibir la orina de los asistentes a partidos de beis. Ese dispositivo, inspirado en los que usan los astronautas, fue probado por el escritor David Sedaris. Reporta que es muy incómodo, pues pesa y se calienta, aunque sí, se puede beber cerveza como un camello y no moverse del asiento aunque el partido se prolongue hasta el extra inning número mil. Sedaris, por cierto, es de un descarado que ha usado calzones prostéticos de los mencionados arriba y no contento con eso, lo ha escrito en el libro en el que cuenta lo de la orina, titulado Cuando estés envuelto en llamas.

No se crea que los científicos desdeñan las investigaciones estrafalarias: en Los anales de la investigación improbable (www.improbable.com) me enteré de que el doctor Ahmed Shafik, de la Universidad de Cairo, publicó en la revista European Urology un artículo en el que detallaba una pesquisa acerca de los efectos de la ropa interior en la actividad sexual… de las ratas. Dividió a sus ratas en cuatro grupos. Las sufridas ratas que usaron calzones de poliéster, a diferencia de aquellas que usaron textiles más frescos, mostraron una disminución notable de actividad. Por el calor, me imagino. Pobres, aunque me encantaría ver una foto.

El Pentágono no se queda atrás: hay una nota de la reportera Jeanne Lenzer que revela que hay una bomba gay en proceso. Dicha bomba estaría llena de feromonas irresistibles que provocarían en los insurgentes iraquíes un deseo urgentísimo por sus camaradas. En lugar de poner bombas contra los invasores, se dedicarían a hacer el amor. Sinceramente, ojalá esa bomba se probara primero con los soldados de Estados Unidos. Si funcionara, se quedarían en sus camas, como deseaba John Lennon, y dejarían de matar gente en Afganistán e Irak.