Opinión
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México SA

México y sus salarios

Suben 125% en China

Barril a 45.10 dólares

D

os noticias: una buena y una pésima. La primera de ellas es que en la última década las principales economías emergentes registraron aumentos salariales sostenidos, que en algunos casos, como el de China, se acercaron a 125 por ciento en términos reales; la segunda, que el único caso de caída salarial –también en términos reales– fue México, con un desplome cercano a 20 por ciento.

De acuerdo con el Informe mundial sobre salarios 2016-2017 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre las naciones que destacaron por sus incrementos reales en el ingreso aparecen China, con 125 por ciento de aumento real; India, 60 por ciento; Turquía, Rusia, Sudáfrica, Brasil e Indonesia,entre 20 y 40 por ciento; y Arabia Saudita, alrededor de 15 por ciento. Sólo en México se registró una caída real de los salarios, y ésta fue cercana a 20 por ciento en el periodo, subraya el citado reporte.

Esto último contrasta con el siempre triunfal discurso oficial de que en lo que va del sexenio peñanietista el incremento al salario mínimo ha sido de 15 por ciento, porque de lo que se trata es de cuidar la economía de las familias mexicanas. De acuerdo con la OIT, el salario real en México declinó en 2013 y se tornó negativo a partir de 2014.

Cuando Enrique Peña Nieto se instaló en Los Pinos, el salario mínimo aprobado para 2013 equivalía a 4.85 dólares por día; a estas alturas el mismo mini ingreso no pasa de 3.90 dólares (con todo y el más reciente aumento para 2017). La inflación oficial en el periodo ha sido de 13.71 por ciento (hasta noviembre). He allí una muestra de la recuperación presumida.

El informe de la OIT (del que se toman los siguientes pasajes) señala que tras la crisis financiera de 2008-2009, el crecimiento del salario real mundial comenzó a recuperarse en 2010, pero se desaceleró a partir de 2012, para caer en 2015 de 2.5 a 1.7 por ciento, su nivel mínimo en cuatro años. Al excluir China, donde el crecimiento salarial fue más rápido que en ninguna otra parte, el crecimiento salarial real ha caído de 1.6 en 2012 a 0.9 por ciento en 2015.

Durante la mayor parte del periodo posterior a la citada crisis, el crecimiento salarial mundial se debió en buena medida al relativamente fuerte crecimiento de ese ingreso en los países emergentes y en desarrollo de Asia y el Pacífico, sobre todo, en China, pero también al de otras naciones y regiones en desarrollo. Más recientemente, esta tendencia ha perdido fuerza o se ha revertido.

Entre los países emergentes y en desarrollo del Grupo de los 20 (G-20), el crecimiento del salario real cayó de 6.6 por ciento en 2012 a 2.5 en 2015. Al analizar el crecimiento salarial regional, en 2015 el alza del salario real permaneció en un nivel relativamente firme de 4 por ciento en Asia; se redujo a 3.4 por ciento en Asia Central y Occidental, y tuvo un valor estimativo de 2.1 por ciento en el caso de Estados Árabes, y de 2 por ciento en África. En 2015, el salario real se contrajo 1.3 por ciento en América Latina y el Caribe (en gran medida debido al descenso de los salarios en Brasil), y 5.2 por ciento en Europa Oriental (causado principalmente por la caída de los salarios en la Federación de Rusia y Ucrania).

En cambio, en los países desarrollados el crecimiento salarial ascendió. Entre las naciones del G-20, el aumento real trepó de 0.2 por ciento en 2012 a 1.7 por ciento en 2015, la tasa más elevada en el último decenio. En 2015, el crecimiento salarial real escaló a 2.2 por ciento en Estados Unidos, a 1.5 en Europa Septentrional, Meridional y Occidental, y a 1.9 en las naciones de la Unión Europea (UE). Buena parte de estas tendencias se explica por el crecimiento salarial más acelerado en Estados Unidos y Alemania. Todavía no está claro si dicho crecimiento se mantendrá en el futuro, o si en los países desarrollados se repetirá el patrón anterior de estancamiento de los salarios.

En un clima económico en el que el riesgo de deflación ha aumentado en muchas naciones, el propio declive de los salarios podría convertirse en un importante factor de riesgo y llegar a provocar una espiral salarial deflacionaria. A escala mundial, la recuperación de Estados Unidos y algunos países europeos no ha bastado para compensar el declive de las economías emergentes y en desarrollo, lo que supone una desaceleración en el proceso de convergencia entre los dos grupos.

En las tendencias del salario real influyen factores económicos como el crecimiento del PIB y la inflación, además de otros factores. Actualmente, muchos estudios indican que en la mayor parte de los países el crecimiento salarial en los últimos decenios ha quedado a la zaga del crecimiento de la productividad laboral; ello ha provocado un descenso de la participación salarial en el PIB. Es probable que ello se deba a una combinación de factores (globalización, tecnologías que favorecen a determinadas competencias, debilitamiento de las instituciones del mercado de trabajo y creciente presiónde los mercados financieros para que los superávits generados por las grandes empresas se desvíen a los inversionistas).

En los últimos decenios la desigualdad salarial ha aumentado en muchos países del mundo. Cierto nivel de desigualdad refleja las diferencias entre los perfiles personal y productivo de quienes trabajan, pero la desigualdad excesiva conlleva consecuencias sociales y económicas que preocupan cada vez más.

A lo largo de los últimos años, muchos países han adoptado o aumentado el salario mínimo como forma de apoyar a los trabajadores y trabajadoras pobres y de reducir la desigualdad salarial. De los datos recientes se infiere que fijar el salario mínimo en un nivel adecuado puede aumentar los ingresos de los trabajadores mal remunerados –mujeres en muchos casos– sin que ello tenga efectos negativos significativos sobre los puestos de trabajo.

En buena parte de los países sobre los que se dispone de datos, en general la disparidad salarial por razones de género (el déficit porcentual del ingreso medio de las mujeres frente al de los hombres) se ha reducido en el tiempo, pero no se ha subsanado. La enorme variación puede ser de cero a 45 por ciento.

Las rebanadas del pastel

No cura el padecimiento de las finanzas nacionales, pero ayer el barril mexicano de exportación se cotizó en 45.10 dólares, precio 70 por ciento superior al registrado en la misma fecha, pero de 2015, cuando se vendió a 26.54… Y el billete verde no respeta el ambiente navideño: se ofrece hasta en 20.90 micropesitos.

Twitter: @cafevega