Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 11 de octubre de 2009 Num: 762

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Portbou
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

Dos poemas
LUKÁS THEODORAKÓPOULOS

Espacio eclipsado
PORFIRIO MIGUEL HERNÁNDEZ CABRERA

El origen de las especies
ROSA BELTRÁN

El placer de la actuación
RICARDO YÁÑEZ entrevista con ANA OFELIA MURGUÍA

La resistencia estética: las desaparecidas de Ciudad Juárez y Chihuahua
INGRID SUCKAER

Historia de una ecuación
RICARDO BADA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Hugo Gutiérrez Vega

Las empresas informativas y la enajenación (II DE VII)

Los medios de comunicación de masas al servicio de las clases dominantes, transmiten informaciones previamente sometidas a la manipulación ideológica de los aparatos de control político y económico. Analizar las distintas formas por las que transcurre esta manipulación, es uno de los propósitos esenciales de los nuevos estudios sobre la comunicación colectiva. Sin embargo, tiene razón G. Schmidtchen cuando (en su obra Manipulación-negación de la libertad) afirma que “la manipulación no es un concepto científico. Manipulación es una sospecha, una de esas palabras que en nuestro lenguaje expresan una pequeña parte del miedo provocado por la vida en las sociedades industriales modernas”. El concepto tiene una clara connotación político-ideológica y, dada la importancia social inmediata que tiene cuando se aplica a la llamada industria de la conciencia, constituye, como piensa Hans Magnus Enzensberger, un acto esencialmente político.

En su ya citada obra, W. Hund afirma que “toda utilización de los medios presupone una manipulación que se manifiesta en las acciones realizadas para lograr la transmisión de la información”. Esta tesis, de fácil comprobación, nos obliga a poner el énfasis en el estudio de los grupos de poder, manipuladores de los medios, y no en la manipulación misma. Acierta Hans Magnus Enzensberger cuando, en sus Elementos para una teoría de los medios, dice que “un proyecto verdaderamente revolucionario no debe eliminar todos los manipuladores, sino por el contrario, ha de lograr que cada uno sea un manipulador”. Asegurar las formas de participación de los miembros de las clases populares en la programación de los medios, y convertir éstos en auténticos movilizadores y organizadores de la clase proletaria que se encuentra en proceso de ascensión, son algunas de las propuestas hechas por Mattelart en su programa de revolución cultural en los medios de comunicación colectiva.

El estudio sobre la información en la sociedad capitalista nos remite, necesariamente, al análisis de los distintos conceptos vertidos por el pensamiento filosófico acerca de la enajenación del hombre. Vivimos en una sociedad que sujeta las leyes de la oferta y la demanda a todos los actos de los hombres y que, a nombre de la libre empresa, asesina cotidianamente las mejores posibilidades de constituir una sociedad humana.

Acabada de terminar la segunda guerra mundial cuando Fritz Pappenheim, en La enajenación del hombre moderno, después de analizar el siniestro y complicado aparato propagandístico del nazismo, afirmó: “El hombre está enajenado de sí mismo, porque al huir de sí, deja que su existencia se precipite en la inautenticidad de la masa anónima, y enajenado de la realidad como resultado de una división entre sujeto y objeto; división que el conocimiento imparcial no curará, sino solamente profundizará.” Pensaba, al llegar a tan desolada conclusión, no sólo en el cuadro de lo humano pintado por Heidegger, que puede resumirse en una frase: “La pérdida del hogar se está convirtiendo en un destino mundial”, sino también, y de una manera primordial, en las preocupaciones señaladas por Marx al referirse al “ser humano deshumanizado”, viviendo en una sociedad que Adam Smith había definido enfáticamente como “una compañía comercial en la que cada uno de sus miembros es un comerciante.

Pappenheim piensa que Marx, al separarse del principio hegeliano que definía la enajenación como el “espíritu extrañado de sí mismo”, colocando el fenómeno dentro de la exclusiva esfera de las ideas, se reveló contra todas las tentativas que buscaban hipostasiar el pensamiento puro, señalando que no le preocupaba la enajenación como un proceso dentro de un sistema conceptual abstracto, sino como un producto de las condiciones reales y concretas de la vida, que son las que causan, de una manera directa, la enajenación del hombre.

La idea del hombre enajenado se transformó en el tema central de la obra de Marx y en la preocupación esencial de todos sus escritos, aun de aquellos que, en la superficie, parecen referirse exclusivamente a los problemas de historia económica. Podemos decir que Marx interpretó la historia de su tiempo y, en un sentido más amplio, la historia del sistema capitalista como la historia de la enajenación del hombre.

(Continuará)

[email protected]